











la casa de Antonio
La relación entre el salón y la cocina consigue que ésta última se integre visualmente, captando la luz que entra por los grandes ventanales del salón y consiguiendo a su vez independizarse con una delicada cristalera blanca.
El juego de aperturas de la cristalera, en este caso en blanco para ganar amplitud e integrarla en el espacio, permite acceder a la cocina y abrir al comedor una península para desayunar por las mañanas. La cocina, blanca y de lineas sencillas, da un toque minimalista a la casa.
La estructura se muestra como recuerdo del esqueleto de la casa, jugando con una hornacina de ladrillo original que apareció durante la obra y que recuperamos para dar el toque industrial al salón.
Obra realizada en el barrio de Atocha en Madrid.